El miedo es una emoción tan necesaria como otras. Nos ayuda a estar en alerta, activándonos en caso de posibles amenazas. Actualmente, el miedo a un posible contagio del nuevo coronavirus puede desencadenar consecuencias psicológicas nocivas para nuestra
La aparición del nuevo coronavirus SARS-coV-2 ha hecho que gran parte de la población entre en pánico, por miedo a un contagio y a sus consecuencias. El estado psicológico que produce esta situación, una mezcla de estrés y ansiedad, lleva a la persona a tener una constante sensación de vulnerabilidad con respecto a su salud. A continuación se enumeran una serie de pautas o recomendaciones para gestionar el temor ante este tipo de coronavirus.
En primer lugar, hay que buscar motivos para no estar en continua hipervigilancia. Debemos de utilizar fuentes de información oficiales y conocer como están actuando las autoridades sanitarias para no entrar en un estado de alarma.
Por otro lado, hay que poner en marcha las medidas de prevención del contagio y actuar de una manera responsable en caso de sospecha de tener la infección.
Además, en la medida de lo posible, hay que fomentar la naturalidad en las rutinas, eludir conversaciones alarmantes, situar en un plano inferior al coronavirus cuando prioriza estas conversaciones y hablar de otros temas.
Los menores y las personas mayores necesitan saber y comprender que está sucediendo, por lo que las explicaciones que se les den se tienen que adaptar a su vocabulario, conocimientos y edad.
Para hacer una gestión adecuada de nuestras emociones con respecto a la incertidumbre que crea el coronavirus, tenemos que identificar los sentimientos que nos puedan surgir ante esta amenaza. Si es necesario, podemos contar como nos sentimos a personas de confianza.
Por último, hay que propiciar la conexión entre el cerebro emocional con el racional, mediante medidas de afrontamiento, como atender a informaciones que generen emociones positivas (bajo índice de mortalidad, se está trabajando para controlar la propagación…), potenciar la tranquilidad con el fin de recuperar el control, fomentar situaciones hilarantes y experiencias de humor o aceptar y canalizar el miedo al contagio al utilizarlo como instrumento para motivar rutinas de autocuidado razonables.
Si estas recomendaciones no funcionan, debemos de contactar con un profesional de la psicología para mitigar la angustia.