La autoestima es un elemento indispensable de la base de nuestro bienestar mental. Pero “quererse a sí mismo” no es un concepto tan fácil ni de entender, ni de aplicar a nuestra vida.
Para entender mejor qué es la autoestima, piense en su mascota, o en una persona conocida que la tenga. Esa persona cuida a su mascota, la alimenta, le cepilla el pelo, le dice cosas bonitas, la respeta, le ayuda a relacionarse con otras mascotas… Esa persona quiere a su mascota. Puede ser que no sea la mascota ideal, la más bonita ni la mejor en muchos aspectos, pero la quiere tal y cómo es.
Siguiendo el símil de la mascota, piense en cuantas de esas cosas que una persona realiza para cuidar a su mascota, se permite consigo mismo. Al igual que todos los tipos de amores, el amor a uno mismo hay que cultivarlo, aunque en muchas ocasiones nos resulte difícil hacerlo.
A lo largo de la vida nos vemos reflejados en la mirada de los demás, y esto nos influye a la hora de cómo nos vemos a nosotros mismos. La autoestima de un niño pequeño puede verse afectada por el comportamiento que tienen sus padres hacia él. Así, un niño que no recibe el amor de sus padres o cuidadores, cree que no lo merece. En la posición contraria se sitúan los padres que solo aceptan una imagen idealizada y perfecta de su hijo, con el consiguiente temor del niño a defraudar a sus progenitores si se muestra tal y como es.
Los adultos ya no podemos hacer nada para reparar un daño hecho en la infancia. Pero si está en nuestra mano aceptarnos y querernos tal y como somos.
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